A continuación os voy a detallar la ruta que nos confeccionó Salvador una ruta que nos llevó por la provincia de Huelva este agosto, visitando los pueblos de Niebla, Moguer, Palos de la Frontera, el Monasterio de la Rábida, el Muelle de las Carabelas y el Rocío, una excursión intensa y muy divertida, espero que os guste...
Niebla y su castillo
Está
ubicada a orillas del río
Tinto, en la comarca denominada Tierra Llana. Aunque mermado por los
avatares de su historia, Niebla posee un rico patrimonio que ha heredado de
culturas muy diversas con el paso de los siglos. Su estampa más famosa son sus
murallas almohades de origen tartésico, el mayor recinto de este tipo en Europa
y el mejor conservado. Toda la villa intramuros ha sido declarada
conjunto histórico monumental y el Castillo
de los Guzmanes, donde todos los veranos, en los meses de julio y agosto, se
celebra el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla.
Palos de la Frontera
Palos de la Frontera se funda en 1322, fecha en que Alfonso
XI de Castilla la dona a Alonso Carro y Berenguela Gómez, su mujer. De esta forma se separa de
lo que había constituido el reino almohade de Niebla, al que seguía perteneciendo aún después de su
conquista a mediados del siglo XIII. Palos era por estas fechas, como
presumiblemente lo fue en toda su anterior historia, un pequeñísimo núcleo de
población que subsistía de la pesca litoral, aprovechando las cualidades que,
como puerto interior, al abrigo del viento y los ataques piratas ,
ofrecía el río Tinto
Palos de la Frontera es mundialmente conocido como la cuna del Descubrimiento de América. De su puerto partieron el 3 de agosto de 1492 las
carabelas La Pinta y La Niña y la nao Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón, los hermanos Pinzón, los
marineros de Palos y la comarca próxima rumbo a lo desconocido y que de hecho
sería el encuentro con el continente americano.
Moguer
A finales siglo XV se encuentra ya perfectamente consolidada la
estructura urbana del casco histórico de Moguer. Las plazas del cabildo, del
Marqués y de la iglesia, y los conventos de Santa Clara y San Francisco son las
referencias de un caserío medieval constituído por edificios de barro, tapial y
madera, con portales y soberados, lagares y bodegas.
Por aquella época
Moguer era un centro económico y comercial de primer orden. En su puerto sobre
el Tinto, que contaba con muelle de carga, varadero, astilleros y una de las
más importantes alotas del litoral andaluz, la actividad marinera era
incesante.
La pericia de los
navegantes de la comarca era reconocida en el mundo entero, por lo que no es de
extrañar que Cristóbal Colón encaminase sus pasos a la ría del Tinto, seguro de
que en estas tierras se encontraban los hombres, los barcos y los conocimientos
náuticos necesarios para hacer realidad su sueño de alcanzar las Indias por una
nueva ruta hacia Occidente.
En una de las casas de la
burguesía hacendada y culta de finales del XIX, se produce otro acontecimiento
de gran importancia que haría que el nombre de Moguer atravesase fronteras: el
23 de diciembre de 1881, a las doce de la noche, y en la calle Ribera esquina a
la de las Flores, nacía el más ilustre de los moguereños, Juan Ramón Jiménez
Mantecón, poeta universal y Premio Nóbel de Literatura en 1956.
Uno de los principales atractivos turísticos que ofrece Moguer es sin duda la playa de Mazagón
Conocido también como Monasterio de La Rábida, se trata
de un monasterio franciscano de estilo gótico-mudéjar, levantado entre los
siglos XIV y XV. Fue declarado Monumento Nacional en 1856.
Tiene unos 2000 mts2 de
extensión y es de planta irregular. A lo largo de los años ha sufrido diversas
modificaciones, sobretodo a raíz del terremoto de Lisboa de 1755. En él se
hospedó Cristóbal Colón, antes de partir hacia el Nuevo Mundo, cuando aún se
encontraba preparando su proyecto, y aquí se encuentra enterrado Martín Alonso
Pinzón, que falleció a los pocos días del regreso del primer viaje colombino.
Asimismo, al regreso de alguna de sus expediciones de conquista, llegaron a
este lugar Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro.
Por todo ello, el Monasterio
de Santa María de la Rábida forma parte destacada del itinerario histórico
artístico conocido como "Los Lugares Colombinos".
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Muelle de las Carabelas
En este museo se encuentran las reproducciones de La
Niña, La Pinta y La Santa María que se construyeron en 1992 para celebrar el V
Centenario del Descubrimiento de América.
Además de las réplicas de los
barcos, su principal reclamo turístico, el museo cuenta con un Centro de
Interpretación, el Barrio Medieval (recreado alrededor de la dársena) y la Isla
del Encuentro, en la que se ha intentado recrear la cultura indígena de la Isla
de Guanahani, primera isla en la que desembarcó Cristobal Colón, el 12 de
Octubre de 1492, y a la que nombró San Salvador.
El Rocío
El recinto en sí es una aldea polvorienta dentro de las marismas de la desembocadura del Guadalquivir, pero ya dentro notas algo diferente, se une el sentimiento de "fiesta" y el religioso, el caballo y el rezo, es algo extraño...Parece una pequeña ciudad del oeste donde sus habitantes van vestidos de forma diferente, curioso, y en la época del Rocío ha de ser digno de ver y sobretodo de vivir.
La Romería del Rocío es
una fiesta de carácter religioso sin precedentes en la historia de la
mariología moderna, es la fiesta principal dedicada a la Virgen del Rocío. La
misma ha sufrido algunos cambios de adaptación a las necesidades del momento,
pero su contenido esencial sigue siendo el mismo.
La Romería comienza
el sábado vísperas de Pentecostés, a las doce de la mañana, con la presentación
de las Hermandades Filiales en riguroso orden de antigüedad ante las puertas
del Santuario, donde una nutrida representación de la Hdad. Matriz de Almonte
con su Presidente, Hermano Mayor y Alcalde de la villa las van recibiendo. Cada
una de estas Hermandades detiene brevemente su carreta de Simpecado mirando a
la puerta principal del Santuario, entonándose algún cántico dedicado a la
Virgen. Los Romeros a pie, a caballo o en carretas engalanadas y tiradas por
mulos o bueyes van desfilando, culminando así el final del camino, difícil y
duro a veces, por los viejos y polvorientes senderos de siempre. Este desfile
colorista, emotivo y solemne a la vez, impregnado de polvo, sudor y fe, es
quizás, uno de los momentos más espectaculares de la Romería.
Bien entrada ya la noche las Hermandades más recientes
ponen el broche final a esta caravana humana que como éxodo quieren rendir
pleitesía a la Madre de Dios.
Al día siguiente, domingo de Pentecostés, a las diez de la mañana, en un
lugar denominado el Real del Rocío y ante el monumento erigido para la
coronación, tiene lugar la Eucaristía. La
Misa Pontifical. En un altar levantado al efecto se sitúan los Simpecados de
las Hermandades Filiales que engalanan con exquisitos bordados y rica
orfebrería un Real pletórico, radiante y lleno de colorido. El lugar se
transforma en Templo que alberga la oración callada, el llanto contenido, el
canto y el silencio profundo... la Palabra de Dios.
Acabada la celebración, todo un mar de gallardetes, estandartes y guiones
se desparraman por las calles de la Aldea hacia sus casas de hermandad.
Convivencia, alegría y hermandad no faltan en esa mañana de Pentecostés. En la
noche del domingo tiene lugar el Santo
Rosario en la
explanada de "El Eucaliptal", donde van llegando los estandartes de
cada Hdad. acompañados por miles de romeros. La noche se llena de avemarías y
salves y una letanía, entre luminarias y titineos de campaniles, inunda el aire
trémulo de la madrugada. Ya no habrá sosiego, el Simpecado Almonteño se
encamina lentamente a la Ermita, donde no cabe un alfiler. Los almonteños
cuentan los minutos para sacar en procesión a su Patrona.
Es la madrugada del lunes, sin horas y sin tiempo, que avanza impaciente.
Pero por fin, en esa hora imprevista de cada año, saltan la reja, rescatan a la Virgen y se
inicia la procesión; las andas de plata parecen navegar entre un mar de fervor.
Toda la aldea se ha echado a la calle, las campanas enloquecidas no dejan de
sonar y una algarabía de vivas y más vivas van vitoreándola entre pétalos de
rosas y plegarias de flores.
Lo dicho, un dia intenso, pero lo que vimos y la compañia, fantástico.
Buena ruta Salvador.