sábado, 4 de febrero de 2012

Ruta Colombina

A continuación os voy a detallar la ruta que nos confeccionó Salvador una ruta que nos llevó por la provincia de Huelva este agosto, visitando los pueblos de Niebla, Moguer, Palos de la Frontera, el Monasterio de la Rábida, el Muelle de las Carabelas y el Rocío, una excursión intensa y muy divertida, espero que os guste...

Niebla y su castillo



Está ubicada a orillas del río Tinto, en la comarca denominada Tierra Llana. Aunque mermado por los avatares de su historia, Niebla posee un rico patrimonio que ha heredado de culturas muy diversas con el paso de los siglos. Su estampa más famosa son sus murallas almohades de origen tartésico, el mayor recinto de este tipo en Europa y el mejor conservado. Toda la villa intramuros ha sido declarada conjunto histórico monumental y el Castillo de los Guzmanes, donde todos los veranos, en los meses de julio y agosto, se celebra el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla.






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Palos de la Frontera

Palos de la Frontera se funda en 1322, fecha en que Alfonso XI de Castilla la dona a Alonso Carro y Berenguela Gómez, su mujer. De esta forma se separa de lo que había constituido el reino almohade de Niebla, al que seguía perteneciendo aún después de su conquista a mediados del siglo XIII. Palos era por estas fechas, como presumiblemente lo fue en toda su anterior historia, un pequeñísimo núcleo de población que subsistía de la pesca litoral, aprovechando las cualidades que, como puerto interior, al abrigo del viento y los ataques piratas , ofrecía el río Tinto
Palos de la Frontera es mundialmente conocido como la cuna del Descubrimiento de América. De su puerto partieron el 3 de agosto de 1492 las carabelas La Pinta y La Niña y la nao Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón, los hermanos Pinzón, los marineros de Palos y la comarca próxima rumbo a lo desconocido y que de hecho sería el encuentro con el continente americano.





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Moguer

A finales siglo XV se encuentra ya perfectamente consolidada la estructura urbana del casco histórico de Moguer. Las plazas del cabildo, del Marqués y de la iglesia, y los conventos de Santa Clara y San Francisco son las referencias de un caserío medieval constituído por edificios de barro, tapial y madera, con portales y soberados, lagares y bodegas.
Por aquella época Moguer era un centro económico y comercial de primer orden. En su puerto sobre el Tinto, que contaba con muelle de carga, varadero, astilleros y una de las más importantes alotas del litoral andaluz, la actividad marinera era incesante.
La pericia de los navegantes de la comarca era reconocida en el mundo entero, por lo que no es de extrañar que Cristóbal Colón encaminase sus pasos a la ría del Tinto, seguro de que en estas tierras se encontraban los hombres, los barcos y los conocimientos náuticos necesarios para hacer realidad su sueño de alcanzar las Indias por una nueva ruta hacia Occidente.
En una de las casas de la burguesía hacendada y culta de finales del XIX, se produce otro acontecimiento de gran importancia que haría que el nombre de Moguer atravesase fronteras: el 23 de diciembre de 1881, a las doce de la noche, y en la calle Ribera esquina a la de las Flores, nacía el más ilustre de los moguereños, Juan Ramón Jiménez Mantecón, poeta universal y Premio Nóbel de Literatura en 1956.
Uno de los principales atractivos turísticos que ofrece Moguer es sin duda la playa de Mazagón











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Conocido también como Monasterio de La Rábida, se trata de un monasterio franciscano de estilo gótico-mudéjar, levantado entre los siglos XIV y XV. Fue declarado Monumento Nacional en 1856.
Tiene unos 2000 mts2 de extensión y es de planta irregular. A lo largo de los años ha sufrido diversas modificaciones, sobretodo a raíz del terremoto de Lisboa de 1755. En él se hospedó Cristóbal Colón, antes de partir hacia el Nuevo Mundo, cuando aún se encontraba preparando su proyecto, y aquí se encuentra enterrado Martín Alonso Pinzón, que falleció a los pocos días del regreso del primer viaje colombino. Asimismo, al regreso de alguna de sus expediciones de conquista, llegaron a este lugar Hernán Cortés, Gonzalo de Sandoval y Francisco Pizarro.
Por todo ello, el Monasterio de Santa María de la Rábida forma parte destacada del itinerario histórico artístico conocido como "Los Lugares Colombinos".







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Muelle de las Carabelas



En este museo se encuentran las reproducciones de La Niña, La Pinta y La Santa María que se construyeron en 1992 para celebrar el V Centenario del Descubrimiento de América.
Además de las réplicas de los barcos, su principal reclamo turístico, el museo cuenta con un Centro de Interpretación, el Barrio Medieval (recreado alrededor de la dársena) y la Isla del Encuentro, en la que se ha intentado recrear la cultura indígena de la Isla de Guanahani, primera isla en la que desembarcó Cristobal Colón, el 12 de Octubre de 1492, y a la que nombró San Salvador.







El Rocío


El recinto en sí es una aldea polvorienta dentro de las marismas de la desembocadura del Guadalquivir, pero ya dentro notas algo diferente, se une el sentimiento de "fiesta" y el religioso, el caballo y el rezo, es algo extraño...Parece una pequeña ciudad del oeste donde sus habitantes van vestidos de forma diferente, curioso, y en la época del Rocío ha de ser digno de ver y sobretodo de vivir.


La Romería del Rocío es una fiesta de carácter religioso sin precedentes en la historia de la mariología moderna, es la fiesta principal dedicada a la Virgen del Rocío. La misma ha sufrido algunos cambios de adaptación a las necesidades del momento, pero su contenido esencial sigue siendo el mismo.
La Romería comienza el sábado vísperas de Pentecostés, a las doce de la mañana, con la presentación de las Hermandades Filiales en riguroso orden de antigüedad ante las puertas del Santuario, donde una nutrida representación de la Hdad. Matriz de Almonte con su Presidente, Hermano Mayor y Alcalde de la villa las van recibiendo. Cada una de estas Hermandades detiene brevemente su carreta de Simpecado mirando a la puerta principal del Santuario, entonándose algún cántico dedicado a la Virgen. Los Romeros a pie, a caballo o en carretas engalanadas y tiradas por mulos o bueyes van desfilando, culminando así el final del camino, difícil y duro a veces, por los viejos y polvorientes senderos de siempre. Este desfile colorista, emotivo y solemne a la vez, impregnado de polvo, sudor y fe, es quizás, uno de los momentos más espectaculares de la Romería.

Bien entrada ya la noche las Hermandades más recientes ponen el broche final a esta caravana humana que como éxodo quieren rendir pleitesía a la Madre de Dios.
Al día siguiente, domingo de Pentecostés, a las diez de la mañana, en un lugar denominado el Real del Rocío y ante el monumento erigido para la coronación, tiene lugar la Eucaristía. La Misa Pontifical. En un altar levantado al efecto se sitúan los Simpecados de las Hermandades Filiales que engalanan con exquisitos bordados y rica orfebrería un Real pletórico, radiante y lleno de colorido. El lugar se transforma en Templo que alberga la oración callada, el llanto contenido, el canto y el silencio profundo... la Palabra de Dios.
Acabada la celebración, todo un mar de gallardetes, estandartes y guiones se desparraman por las calles de la Aldea hacia sus casas de hermandad. Convivencia, alegría y hermandad no faltan en esa mañana de Pentecostés. En la noche del domingo tiene lugar el Santo Rosario en la explanada de "El Eucaliptal", donde van llegando los estandartes de cada Hdad. acompañados por miles de romeros. La noche se llena de avemarías y salves y una letanía, entre luminarias y titineos de campaniles, inunda el aire trémulo de la madrugada. Ya no habrá sosiego, el Simpecado Almonteño se encamina lentamente a la Ermita, donde no cabe un alfiler. Los almonteños cuentan los minutos para sacar en procesión a su Patrona.
Es la madrugada del lunes, sin horas y sin tiempo, que avanza impaciente. Pero por fin, en esa hora imprevista de cada año, saltan la reja, rescatan a la Virgen y se inicia la procesión; las andas de plata parecen navegar entre un mar de fervor. Toda la aldea se ha echado a la calle, las campanas enloquecidas no dejan de sonar y una algarabía de vivas y más vivas van vitoreándola entre pétalos de rosas y plegarias de flores.



 


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Lo dicho, un dia intenso, pero lo que vimos y la compañia, fantástico.
Buena ruta Salvador.

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